15 de Marzo de 2007

 

A partir del 1 de abril comienza a regir la Resolución General Nº 2177 de la AFIP por la cual empresas de algunos sectores económicos tendrán que emitir sus facturas de tipo A de forma electrónica. La norma tendrá como beneficio la optimización de los procesos comerciales entre proveedores y clientes, y además la nueva modalidad electrónica permitirá eliminar los tradicionales costos relacionados con la impresión, ensobrado y envío postal de las facturas, optimizando tiempo y dinero para todas las empresas, sin importar su tamaño.

Pero dicha resolución significará mucho más. Se trata del puntapié inicial para el desarrollo del intercambio electrónico de datos en la Argentina que, por su poderoso aporte para la competitividad de las compañías, está llamado a ocupar un lugar de importancia en la agenda empresaria de los próximos años. Se estima que la adopción de la facturación electrónica representa un ahorro cercano al 70% de los costos generados por las tradicionales facturas a papel.

Tal es lo que viene sucediendo en otros países del mundo que llevan varios años utilizando el intercambio electrónico de datos (EDI), entre los que figuran España, Francia, México y Chile.

Muchos empresarios argentinos no entienden qué tiene que ver la tecnología con sus negocios, esto termina generando un problema de falta de inversión que los aleja cada día más de estándares de productividad y competitividad internacionales. Una forma de contrarrestar esta situación, que muchas veces permanece enmascarada por el trajín del día a día, es adaptar la oferta de soluciones de tecnología orientándola a los procesos de negocios más que a las funciones específicas.

Por último, también es imprescindible encontrar un lenguaje común para potenciar la comunicación entre los distintos actores del sector, es necesario poner en marcha sistemas que acerquen las tecnologías al sector empresario y potenciar la comunicación entre la industria de las TIC y las empresas usuarias de tecnología.

En diversos países numerosas empresas de primera línea y diferentes rubros (tales como Carrefour, Makro, L´Oreal, Unilever, Abbot Laboratorios, Novartis, Roche, Pirelli Neumáticos, por citar algunos nombres reconocidos), han incorporado la facturación electrónica a su operatoria diaria beneficiándose con la agilización de sus procesos comerciales, una importante disminución de errores en los documentos, la disminución de stocks debido a la aplicación de técnicas "Just-in-Time", el ahorro de costos de administración, y en la mejora de la competitividad.

La RG Nº 2177 unifica lo anteriormente reglado respecto de facturación electrónica e introduce dos grandes novedades: la obligatoriedad para un conjunto de actividades y la implementación de un Web Services.

Con respecto al primer punto, que se implementará a partir del 1º de abril, alcanza a servicios de planes de salud con abono mensual, servicios de transmisión de televisión por cable y/o satelital, y servicios de acceso a Internet con abono mensual. A estas industrias se sumarán, a partir del 1 de julio, los servicios de telefonía móvil (los servicios de telefonía celular y satelital, móvil de telecomunicación, de radiocomunicación móvil celular (SRMC), de radiocomunicación de concentración de enlaces (SRCE), de aviso a personas (SAP), de comunicación personal (PCS) y satelital móvil, entre otros).

En relación con la segunda novedad referida a la implementación de un Web Services, las compañías recibieron el anuncio de una manera positiva, ya que el mismo posibilitará la automatización de los envíos de las facturas electrónicas al organismo fiscal, todo esto dentro de un marco de seguridad y control.

Se estima que durante el segundo semestre de este año, la AFIP establecerá otros sectores económicos relevantes que deberán adoptar esta modalidad electrónica. Es innegable que el reemplazo del papel por la factura electrónica será un primer paso en el camino hacia la optimización de recursos donde palabras como software, herramientas de mapeo o transformación de datos formarán parte del lenguaje corriente.
 

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