21 de Julio de 2008
El ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, cedió
ante un reclamo de la Corte Suprema y derogó una controvertida
resolución, que él mismo había dictado, que obligaba a las
fuerzas de seguridad a informarlo antes de cumplir cualquier
orden judicial.
El ministro dio marcha atrás ayer después de una tensa reunión
con miembros de la Corte Suprema, que le plantearon su
preocupación por la resolución 1084, denunciada por jueces y
fiscales como una “injerencia indebida del Gobierno en el
Poder Judicial”, y le reclamaron la creación de una policía
judicial.
La directiva que ayer quedó sin efecto era del 29 de abril y
colocaba un intermediario en la relación de los jueces con las
fuerzas de seguridad (“auxiliares” de aquéllos, según la ley).
Ese intermediario era el Gobierno. Toda orden de allanamiento,
de secuestro de documentos o de traslado de un detenido debía
ser notificada a Aníbal Fernández antes de ser ejecutada.
Según los fundamentos de la resolución, el propósito era
regular con mayor eficacia la relación entre la Justicia y las
fuerzas de seguridad.
De inmediato, los jueces expresaron su desconfianza. “Es una
manera de controlar que no se pueda investigar al poder
político”, denunció el presidente de la Asociación de
Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, Ricardo
Recondo. “¿Cómo podría prosperar un allanamiento contra un
funcionario si se le avisa antes al Gobierno?” Ayer, tras la
derogación, Recondo elogió a Aníbal Fernández: “Esta es la
flexibilidad que tiene que tener un político. Se da cuenta de
que cometió un error y lo rectifica. Es así como se gana
respeto”. En rigor, fueron dos las resoluciones que el
ministro derogó: la 1084 y una complementaria de la que nada
se supo hasta ayer, la 1531.
Esta última resolución, firmada por Aníbal Fernández hace 20
días, establecía que no todos los pedidos debían serle
notificados, sino "sólo" algunos. Por ejemplo, los que
implicaran "temas de notoria trascendencia institucional", los
que incluyeran "situaciones no previstas reglamentariamente",
los que fueran considerados "un exceso en las atribuciones del
requirente" y los que resultaran "de difícil o imposible
cumplimiento".
Si los jueces estaban molestos con la primera resolución, ésta
los enojó aún más. ¿Cuál es el fundamento de notificarle al
ministro las órdenes "de trascendencia institucional"?,
protestaban. Para los magistrados, esta nueva norma no hacía
más que profundizar los defectos de la anterior. El objetivo
del ministerio de poner fin a la polémica no se había logrado.
Ayer, luego de la reunión con la Corte, Aníbal Fernández
anunció que de aquí en más se utilizará otro método para
evitar problemas en la relación entre los jueces y las fuerzas
de seguridad. Acordó con el máximo tribunal crear una comisión
que tendrá por función revisar las instrucciones judiciales
que pudieran generar conflictos en su aplicación. Estará
formada por representantes del Ministerio de Justicia y del
máximo tribunal.
"Esta comisión satisface plenamente mi interés en regular de
la manera más eficaz y ajustada a derecho la relación entre
los jueces y fiscales federales y las fuerzas de seguridad a
mi cargo", declaró Aníbal Fernández.
Del él dependen la Policía Federal, la Gendarmería, la
Prefectura, la Policía de Seguridad Aeroportuaria y el
Servicio Penitenciario Federal.
La reunión del ministro de Justicia con los jueces de la Corte
terminó poco después de las 10.
Antes del mediodía, Aníbal Fernández ya tenía lista su nueva
resolución, de sólo dos artículos. El primero establece: "Deróganse
las resoluciones del Ministerio de Justicia Seguridad y
Derechos Humanos números 1084 de fecha 29 de abril de 2008 y
1531 de fecha 6 de junio de 2008". El segundo es de forma.
El ministro le hizo llegar su resolución al presidente de la
Corte, Ricardo Lorenzetti, junto con una nota en la que le
agradeció la "fructífera reunión" mantenida, así como la
"propuesta superadora" de crear la comisión conjunta para
revisar "eventuales instrucciones judiciales que pudieran
generar conflictos en lo atinente a su cumplimiento".
Nada dijo Aníbal Fernández del viejo reclamo que ayer reeditó
la Corte: la creación de una policía que sólo dependa del
Poder Judicial.
Cuando terminó la reunión con el ministro de Justicia,
Lorenzetti anunció: "Trabajamos sobre una solución superadora.
Vamos a ver si es posible crear una policía judicial
específica para el cumplimiento de las órdenes que dan los
jueces. Si se concreta, va a fortalecer la independencia de
los jueces".
Pero el Gobierno no fue tan lejos. "El ministro se mostró
dispuesto a charlar el tema, pero no dijo que sí ni que no",
relató a LA NACION una fuente cercana a Aníbal Fernández ante
la consulta de si el ministro se había comprometido a impulsar
el proyecto.
En consonancia con la Corte, el presidente de la Asociación de
Magistrados sostuvo ayer que la policía judicial es
imprescindible. "Es un paso fundamental para consolidar la
independencia de los jueces", afirmó Recondo. Por ahora,
parece difícil que se haga realidad.
Por Paz Rodríguez Niell
De la Redacción de LA NACION
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