12 de Octubre de 2005
Ha sido el día del martillero y pareciera que ha pasado sin pena ni gloria y así debe ser pues nuestra actuación es como la de los árbitros de fútbol, es buena cuando no se nos nota.
Sin embargo estamos hablando de una persona física normalmente ( pese a que en realidad es una empresa o pyme que es lo mismo ) a quien se le confía nada menos que la venta o el alquiler de nuestra propiedad.
Y ella puede ser todo nuestro patrimonio, parte del mismo, en poca o mucha relación.
Y con nosotros se dá la curiosidad, como sucede con los escribanos y los abogados, que, superadas las reticencias iniciales, cuando el propietario se entrega al operador inmobiliario, lo hace en una manera total y con absolutamente confianza.
Es por ello que pese a que en algunos casos, pocos, la inmobiliaria tienen un nombre de fantasía o es una sociedad, siempre se prefiere comenzar el trato con el dueño.
Hace unos días se cerró el Primer Salón Inmobiliario organizado en la Rural por el diario La Nación, donde hubo muchos expositores y conferencias de toda índole.
Que nos volvieron a mostrar el gran motor que significa el mercado inmobiliario para el crecimiento de un país, como en la actualidad se dá con nosostros.
Es más, mundialmente, el movimiento de los capitales inmobiliarios se coloca en primera línea por encima de cualquier otro por su inmenso volumen.
Pero simplemente el Martillero Público es un necesario colaborador para la comercialización de un inmueble.
Y simplemente nuestro punto ideal es ubicarnos en el intermedio entre el comprador y el vendedor, entre el locador y el locatario, es decir que ambos se vayan satisfechos.
Si eso sucede, es nuestro mejor logro y donde mejor nos sentimos.
Marijan Pirsic
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