07
de Octubre de 2008
Dos de las dimensiones más destructivas que afectan a las
chicas y chicos que se encuentran en la marginación están
dadas por los abusos sexuales y las adicciones.
Estos problemas se manifiestan en las calles porteñas,
fundamentalmente después de la crisis del 2002, y la
persistencia y agravamiento de esta situación se debe a la
ausencia de respuestas adecuadas de parte de las
instituciones.
En Pompeya, en especial en la llamada zona Zabaleta y en la
Villa 21, hay chicas de once años y chicos de ocho que son
víctimas de abusos sexuales y del consumo de paco. Los
informes oficiales sobre estas prácticas son constantes, por
lo menos desde hace tres años, sin que las instituciones
brinden ayudas y soluciones al problema social de fondo.
El Consejo de la Niñez ha estado reclamando una mayor
intervención del Estado en la zona, para reducir los riesgos
a los que están expuestos los menores, pero sin resultado
todavía satisfactorio. Ni siquiera aún se sabe la cantidad
de chicos que se encuentran bajo los peligros extremos del
sometimiento sexual y el paco.
Como lo ha podido constatar este medio, la vulnerabilidad,
la violencia y las adicciones son muy visibles en la zona,
pero a pesar de ello las ayudas asistenciales y los
resguardos policiales y judiciales son insuficientes, a
veces inadecuados y en otros casos sospechados de
corrupción.
Este cuadro de violencia destructiva sobre los menores se
mantiene con el riesgo de naturalizarse y perpetuarse, lo
cual constituye un peligro para los chicos, y un problema
para la sociedad en la actualidad y en el futuro.
Para revertirlo, es necesario que las autoridades de la
Nación y de la Ciudad, de las áreas asistenciales,
educativas y de seguridad y Justicia acuerden estrategias
que garanticen los derechos de las chicas y de los chicos,
instrumentando formas de contención social, de recuperación
de las adicciones y de edificación de sus personalidades de
cara a un futuro que hoy se les niega.
Muchos chicos son víctimas de abusos, sufren adicciones o
caen en el delito. Es un problema para ellos y para la
sociedad. Para revertirlo es necesario mejorar los
dispositivos asistenciales y sanitarios.
Reproducción textual de la columna editorial del
diario Clarín
del 4-10-2008 de
Ricardo Kirchbaum