13 de Enero de 2009
Los funcionarios insisten en mantener el optimismo, los
comerciantes ven otra realidad.
Pinamar, primera quincena de enero
2009. | Foto: Eduardo Lerke
"Esta es la peor temporada de
verano en años", dice el dueño de un restaurante ubicado sobre
la céntrica Av. Bunge de Pinamar. No es el único que hace ese
balance. Muchos comerciantes se quejan, las inmobiliarias se
desesperan por alquilar, en los restaurantes ofrecen
descuentos para atraer comensales y las playas lucen
prácticamente vacías durante la semana.
"Lo que
está pasando ahora me recuerda al 2000, cuando todavía no
había estallado todo, pero la crisis ya se avecinaba y por eso
la gente se cuidaba",
dice Hilario, dueño de un restaurante que está desde hace 40
años sobre la calle principal. El vocero de la intendencia de
Pinamar, Ernesto Ferri,
por supuesto no está de acuerdo con semejante comparación.
Para él, la de este año,
"no es una temporada
excelente, pero tampoco es tan terrible".
Según su punto de vista, hay que diferenciar entre "consumo y
afluencia de gente": "Es evidente que hay turistas en Pinamar,
el tema es que esa misma gente piensa más antes de gastar",
explica.
Según estimaciones oficiales, la ocupación hotelera este fin
de semana alcanzó el 85% y en materia de casas, el 75% fue
alquilado. Comparar esas cifras con lo que se ve en las calles y en las playas,
genera dudas. Habrá que ver que ocurre mañana,
cuando se vayan los turistas que vienen sólo por el sábado y
el domingo.
En diálogo con Perfil.com, la
secretaria de Turismo de Pinamar,
Rosa Buero,
aseguró que aunque "el mercado se esta moviendo más despacio
que el año anterior, pero tratamos de ser optimistas porque el
clima viene muy bien. Además, los precios han bajado de
diciembre hasta ahora entre un 10% y un 15% en materia de
alquileres". La gerenta de un Estudio Inmobiliario local, lo
explica en forma sencilla:
"Como no vino tanta gente, se
volvió al valor que se estaba manejando el año pasado. Tuvimos
que hacer eso para colaborar con los que quieren venir de
vacaciones". Y además, cuenta que tuvo que
adecuarse a las circunstancias y permitir lo que nunca antes
había permitido con tal de cerrar algún contrato:
"Por primera vez, accedimos a
alquilar una propiedad por dos, cinco o diez días. Antes era
impensado, los veraneantes venían y se quedaban la quincena o
el mes completo".
En la
playa. Mientras su hijo de 8 años se sirve un vaso de coca con
las manos llenas de arena,
Mónica prepara
sándwiches con jamón y queso que saca de una heladera
portátil. "Este año
vinimos en plan gasolero. Traemos nuestra propia sombrilla,
cargamos una heladerita con comida y a la noche cocinamos en
casa. De vez en cuando salimos a tomar un cafecito, pero nada
más", dice.
Como Mónica, muchos en la playa decidieron reducir sus gastos
al máximo. "Nosotros
vinimos sólo por diez días y preferimos cocinar en casa y
disfrutar la playa sin gastar demasiado", dice
Juliana,
una arquitecta de 44 años que acaba de salir del supermercado
cargada de bolsas.
Mientras los más optimistas especulan con una mejora para la
segunda quincena de este mes, el turismo gasolero en Pinamar
parece ser una tendencia que llegó para quedarse.
Por
Verónica Wiñazki, desde Pinamar.
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