28 de Mayo de 2009
Habla
el juez que libero al detenido por el crimen de caballito
“Estoy destrozado: no puedo dejar de sentirme responsable”
El juez Axel López benefició con salidas transitorias a
Pablo Díaz, condenado a doce años de prisión por un hecho de
violación. Hoy, ese mismo hombre es el principal sospechoso
del crimen de Soledad Bargna. El magistrado explicó a PERFIL
que si bien humanamente está destruido por lo que ocurrió,
técnicamente no es responsable, ya que cumplió con la ley.
Dijo que el acusado “tenía conducta ejemplar” y que jamás
notó indicio alguno de que pudiera reincidir.
Victima. Soledad Bargna tenía 19 años y estudiaba diseño.
Cuando supo que Pablo Marcelo Díaz, el condenado al que él
había autorizado a tener salidas transitorias, era señalado
como el principal sospechoso del brutal crimen de Soledad
Bargna, en Caballito, se descompuso. No pudo pegar un ojo en
toda la noche. “Desde lo humano, me siento destrozado.
Aunque estoy convencido de que desde el punto de vista
técnico no soy responsable de lo que sucedió”, explicó a
PERFIL Axel Gustavo López, juez de Ejecución Penal Nº 3, a
cargo de la polémica medida.
—¿Por qué le otorgó a Díaz las salidas transitorias?
—Todo el mundo tendría que entender que tenemos una ley
sancionada en el año 1996, que hace que el condenado tenga
ciertos derechos en potencia para modificar la forma de
cumplir una pena privativa de la libertad. Es una obligación
para el magistrado permitir el ejercicio de ese derecho y la
cuestión con este hombre fue así. Yo verifiqué que cumplía
con todos los requisitos.
—¿Esta persona tenía una condena por violación seguida de
muerte?
—No. Esto es inexacto. Sí tenía una condena por agresión
sexual y creo que por robo. Ahora no estoy en el juzgado,
por eso no puedo darle datos concretos. Yo soy juez de
ejecución, yo no condeno. La ley de ejecución dice que estas
modalidades de cumplimento de pena son aplicables, no
importa cuál sea el delito. Y le digo más: trato de no leer
las condenas para no predisponerme para un lado o para el
otro.
—¿Usted me está diciendo que no lee la causa de una persona
que va a dejar en libertad?
—Yo, todos los días, sin variación alguna, estampo mi firma
en más de cuatrocientos decretos y reclusiones. ¿Usted
piensa que yo puedo leer todo eso? Así, la cosa no va. Esto
ha sido avisado históricamente y se han hecho los reclamos a
las autoridades competentes. Pedimos que por favor pongan en
funcionamiento dos juzgados de ejecución penal creados hace
más de tres años y que aún no funcionan por falta de lugar.
Somos la Cenicienta del Poder Judicial. A nadie le interesa
nuestra suerte, salvo cuando hay un escándalo mediático.
—Entonces según la ley vigente, ¿Díaz debía estar en la
calle?
—Esta persona había cumplido los requisitos de cumplimiento
parcial de la porción de la condena. Tenía conducta ejemplar
y concepto muy bueno. La calificación del concepto la
realiza el Servicio Penitenciario Federal e implica la
posibilidad de una adecuada reinserción social. A mí me
elevan una propuesta positiva para que incorpore a este
interno al régimen de salidas transitorias. Si mal no
recuerdo, hacía más de un año y medio que este hombre estaba
egresando sin ningún conflicto. Por eso lo incorporamos al
régimen de semilibertad, que es la posibilidad que otorga el
artículo 23 de esta ley de ejecución. Pero no dejaba de
estar detenido.
—Los vecinos del edificio dicen que este hombre dormía todas
las noches allí.
—No todas las noches, probablemente tenía egreso por 48
horas. Este régimen no implica una libertad condicional,
sino egresos periódicos para afianzar lazos familiares, para
estudiar y/o trabajar. El estaba en una casa de preegreso en
la Unidad 19 de Ezeiza.
—¿Usted no notó indicios de que esta persona pudiera
reincidir?
—Ninguno, ninguno, ninguno. Ya le digo: registraba conducta
ejemplar. Y no es que yo lo pongo en condiciones de salidas
transitorias “porque se porta bien”, como dice la gente. Lo
que se valora acá es la evolución que el interno tiene
dentro del régimen penitenciario. Estaban dadas todas las
condiciones, todos los requisitos. No es que lo diga yo, lo
dice la ley, lo dicen los legisladores que han votado esta
ley.
—Sin embargo muchos análisis de peritos y psicólogos
plantean que un delincuente sexual no se recupera.
—Estamos absolutamente de acuerdo. Sé que hay una corriente
tendiente a considerar que los agresores sexuales no se
recuperan. Es necesario plantear una seria discusión a nivel
legislativo porque si yo impongo una condena a una persona
imputable que supuestamente comprende lo que está haciendo,
esa condena tiene vencimiento. Tarde o temprano la persona,
sea o no sea peligrosa, va a estar en la calle. Quiero que
la gente comprenda bien esto: la discusión debe cambiar. Si
a mí me dicen que el agresor sexual no cambia, o no se
recupera porque es un enfermo, entonces lo que hay que hacer
es una internación manicomial, un tratamiento puramente
psiquiátrico. No tratamiento carcelario con trabajo y
educación.
—¿Entonces para usted el problema está en la legislación
vigente?
—Yo no quiero hacer un juicio de valor, es algo que debe
debatirse en el Congreso. Si a mi me obligan a ejecutar o a
controlar la ejecución de una pena de un agresor sexual del
mismo modo que la de un interno que comete un delito de
robo, hay algo que no cuaja. Además no hay un programa real
dentro del Servicio Penitenciario Federal para tratar a los
agresores sexuales. Entonces cualquier agresor sexual,
trabajando y estudiando regularmente, sale en libertad. Esa
libertad, lamentablemente, está bien dada.
—Más allá de las cuestiones legales, ¿qué le diría en este
caso a la familia de la joven que asesinaron en Caballito?
—Desde lo humano estoy destrozado. No puedo dejar de
sentirme responsable. Sé que desde el punto de vista técnico
no soy responsable, pero no puedo dejar de pensar en que a
esta persona yo la puse en la calle. A mí no me causa
alegría poner a un violador en la calle. Tengo hijos y sé
que no hay forma de que el padre de esta chica me comprenda.
No puedo pedirle eso a un padre sufriente, porque yo como
padre tampoco lo entendería.
Nota periodística de Camila Brailovsky,
diario Perfil.