LA CRISIS SE NOTA!!!
el norte bonaerense
y la BAJA en el CONSUMO

16 de Marzo de 2009 

En el norte bonaerense, la crisis se nota en el consumo

La incertidumbre económica ha provocado un freno en las compras

 

En el norte bonaerense, la crisis se nota en el consumo
Depósitos en venta de Zárate; la fiesta terminó. Foto: Aníbal Greco

La sociología pueblerina bonaerense ha encontrado un caso de estudio más o menos novedoso en esta ciudad: el "toyotero". La designación, que puede ser despectiva, neutra o elogiosa según quien la emita, está dirigida al joven operario de Toyota (compañía instalada aquí hace más de diez años), orgulloso de la marca y portador de un sueldo varias veces superior al de sus pares de otras firmas. Un toyotero es alguien que no tiene problemas en bajarse una noche de su Corolla último modelo frente a un pub, acompañado por una rubia despampanante, enfundado en gorrita y camisa con el logo de la marca.

Pero la fiesta terminó. En eso coinciden vecinos, sindicalistas, comerciantes, empresarios y dirigentes políticos locales, que afirman que este emblema del consumo bonaerense, vago recuerdo de los vilipendiados 90, desde hace cinco meses está infinitamente más cauto para gastar. Es una mala noticia para un polo industrial que no termina de emerger y del que depende gran parte de la actividad económica de Zárate, San Pedro, Baradero, Campana y San Nicolás.

A diferencia de otras zonas del interior, aquí la bomba de la crisis todavía no ha estallado. Pero asusta, y esa sensación es de por sí un escollo para la actividad económica. "La curva de facturación de las 300 empresas más importantes del partido declina desde diciembre y la cadena de pagos se empieza a extender -dijo a LA NACION Gustavo Queralt, subsecretario de Producción de Zárate-. Pero todavía no se puede hablar de una crisis terrible". Las estimaciones del Centro del Comercio e Industrias local indican que, según el sector, las ventas están entre un 10 y un 15 por ciento por debajo de lo que ocurría el año pasado.

Mediodía luminoso en San Nicolás. En el bar El Café, de la esquina de las calles Bartolomé Mitre y Sarmiento, las cosas están muy claras. "Sí, sí, por supuesto que llegó la crisis: este año viene un 30 por ciento menos de gente", admitió uno de los empleados. Afiches de paredes cercanas se erigen como advertencia gremial: "No a los despidos en Siderar", firman los sindicatos. La empresa siderúrgica del grupo Techint frenó un proyecto de inversión de casi 2000 millones de dólares, pero no llegó todavía a despedir empleados: acordó con el Gobierno y con la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) recortes de horas trabajadas y de horas extras y adelanto de vacaciones.

Con todo, la tensión persiste. La CGT local lo dijo en una conferencia de prensa hace dos semanas: peligran nada menos que 2000 puestos de trabajo en Zárate. Algunas negociaciones con las empresas han podido postergar las decisiones más drásticas. Así, por ejemplo, Toyota redujo una hora de producción en cada turno, y se terminó de convencer de no agregar, como había planeado alguna vez, un tercer turno. El arranque de la planta de autos de Honda, previsto para fines del año pasado, sigue siendo un sueño. Y en Campana, Siderca también achicó los turnos.

"Se viene un año duro", dijo a LA NACION un ejecutivo del sector de los fabricantes de piezas para automotores. El vaticinio no es antojadizo: la industria automotriz argentina, razonan los empresarios, trabajó hasta el año pasado con una estructura propia de un escenario con ventas por 700.000 autos, más de lo que realmente vendía. Pero este año se espera una actividad para no más de 415.000 unidades.

Churros amargos

Los puntos de descarga de los puertos de la zona -hay más de diez- están menos activos desde noviembre. También las áreas fabriles, donde operan firmas cerveceras, agroquímicas, farmacéuticas y petroleras. "Pero claro, el país está parado -se exaspera Luis, cuidador del depósito de un desarmadero que tiene sus terrenos en venta-. Antes, por esta ruta, pasaban 200 camiones por día. Desde noviembre, a lo sumo pasan 50."

Luis abre la puerta y sale con el torso desnudo. La mañana es pegajosa en el polo industrial de Zárate porque llovió durante la noche. Luis, que todos los días se instala en la esquina un buen rato para vender facturas preparadas en el horno de su casa, no tiene esta vez el ánimo que aconsejan los gerentes de ventas. "Llegué a hacer 130 pesos por día vendiendo facturas en esa esquina, ¿ves? Ahora no llego a 40. Tomen, prueben", regala una bolsita.

Lo que tiene frente a sus ojos tampoco es alentador; más bien, la metáfora de un polo industrial cuyo verdadero potencial quedó siempre postergado: la fábrica Meteor, por años dedicada al tratamiento de cobre, ácido sulfúrico y azufre, completamente en ruinas. "Seba y Romi", promete un corazón, en una vieja y sucia pared, lo único de desenlace incierto en el pastizal.

Todos contra China

Como en Europa, la crisis ha reavivado hostilidades en esta parte de la provincia. Los comerciantes de Zárate se quejan, otra vez, de lo que consideran una invasión asiática. "El chino, para nosotros, es mala palabra", se envalentona Guillermo Brollo, secretario del Centro del Comercio e Industrias de Zárate. "Cómo estaremos de mal que ahora hasta tienen cámara. Nosotros queremos echarlos y Kirchner los trae", coincidió Ricardo Orgambide, presidente de la entidad.

El flagelo del comercio se suma a una realidad propia de esta zona: a pesar de la crisis, los precios de los alquileres no bajaron. La demanda de las multinacionales para residencias de empleados dejó hace tiempo todos los valores en niveles excesivamente altos. Pero hay, desde hace algunos meses, locales vacíos que podrían revertir la tendencia y abrir nuevas oportunidades.

Siempre y cuando se disipe la desconfianza, que Orgambide describe como valor empresarial insoslayable: "Es que el argentino es como el mono: le movés la rama y ya está asustado". Francisco Olivera, enviado especial a Zárate para el diario La Nación.