15 de Mayo de 2008
El tren de la empresa Ferrobaires salió con puntualidad de la
estación Retiro. Eran las 18.10 de anteayer. Pero la formación
nunca llegó a destino: por un desperfecto mecánico quedó
varada en Manzanares, Pilar. Después de más de cuatro horas de
espera, los 470 pasajeros recomenzaron el viaje en varios
ómnibus, algunos de ellos en pobres condiciones.
La formación tenía como destino distintas ciudad del interior
de la provincia de Buenos Aires, como Junín, Vedia, Chacabuco,
Leandro N. Alem y O Higgins, entre otras.
Los pasajeros que habían sacado su pasaje hacia O Higgins
llegaron a destino casi 12 horas después de que la formación
partiera de Retiro. "Llegamos a las 5.45. Encima, el ómnibus
que nos llevó se descompuso. Es una burla lo que pasa con este
servicio. Después el Gobierno habla de hacer el tren bala",
dijo a LA NACION Marta, una pasajera que había viajado a
Buenos Aires para comprar ropa.
La formación, según afirmaron a LA NACION numerosas personas
que estaban en el tren, se descompuso a las 19.45 cuando
pasaba por la estación Manzanares, en el partido de Pilar. Los
ómnibus a los que recurrió la empresa sólo comenzaron a llegar
después de las 23.30, agregaron los viajantes.
LA NACION intentó comunicarse ayer con algún vocero de
Ferrobaires, pero ninguna persona atendió los teléfonos de sus
oficinas.
Los pasajeros se sintieron abandonados en medio de la noche.
Una y otra vez repitieron que pasaron más de dos horas hasta
que alguien les informó lo que había sucedido.
A medida que pasaban los minutos, la bronca y la impotencia se
incrementaban y las quejas parecían tener un único culpable:
el tren bala.
"En vez de hacer tren bala, tendrían que poner en condiciones
las formaciones que ya existen", sostuvieron Federico Sánchez
y Guido Rato, dos jóvenes que viajaban hacia Chacabuco.
Cuando LA NACION habló con Sánchez y Rato eran las 0.45.
Debían haber llegado a Chacabuco a las 22.15.
Cuando llegó uno ómnibus, una de las pasajeras se negaba a
subir porque una de las luces delanteras no funcionaba. "Así
no viajo", repitió una y otra vez la mujer, pero cuando se dio
cuenta de que la única manera de llegar a destino era ese
vehículo, se resignó y decidió sentarse en uno de los
asientos.
"No es la primera vez que pasa. Siempre hay un problema con
este tren", dijo un pasajero, también resignado.
Gabriel Di Nicola, De la Redacción de LA
NACION.
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